09 julio, 2012



AUF DER ANDEREN SEITE (AL OTRO LADO, 2007)

 Al Otro Lado, del director Fatih Akin no queda ajena a los antecedentes biográficos del autor. Su filmografía ha estado siempre cruzada con historias que dialogan entre su sangre turca y su residencia alemana (Contra la Pared, Al Otro Lado, y en cierta medida, Soul Kitchen). Sin duda esa mezcla habita en la gran mayoría de sus personajes, y aunque no sea central la exploración de tal hibridismo, su análisis social y cultural logra cautivar con inteligencia al espectador: Activismo político, represión femenina, Turquía y la Unión Europea, son algunos de los rasgos que acompañan el guión y la caracterización de este filme.
 Al Otro Lado es de ida y vuelta entre Alemania y Turquía, de historias cruzadas que Akin ordena prolijamente en 3 capítulos, al más puro estilo del mexicano Alejandro González Iñarritu (como vemos en Amores Perros o Babel). Ciertamente su sello y estilo no está en cómo ordena el puzle, tampoco en la cronología con la que narra el relato, ni menos en el cruce de las historias que resuelve ingeniosamente a través de Nejat (Baki Davrak), el hilo que teje al todo desde las partes en esta obra. Aclaración: que no sea su sello no quiere decir que fracase en el intento. Seguramente Iñarritu más de alguna idea podría sacar de esta película de Akin.
 El sello de Akin está en la constante búsqueda que emprenden sus personajes, en el estilo con el que desarrolla la fragilidad que habita en ellos. Con pocos recursos, sus historias logran la fuerza suficiente para vincularse con el espectador, dando cuenta que para conectar con la pantalla a veces es más simple y artesanal de lo que el cine industrial de la academia ha intentado con los millones que se ocupan en el montaje. Por mucha distancia contextual que pueda existir entre sus novelas y las nuestras, el espectador se involucra, y eso ya merece aplausos.
 Al Otro Lado se sumerge en la vida misma. A través de una serie de encuentros, relaciones y muertes, las historias de seis personas se conectan. Ciertos viajes están atravesados por la experiencia de la pérdida, yendo al encuentro de la reconciliación y el perdón.  Eso es lo que hace Nejat cuando va en busca de Ayten (Nurgül Yesilçay), un poco para remediar a su padre quien ha asesinado a Yeter (Nursel Köse), madre de Ayten, y un poco para cumplir los sueños de Yeter. Eso también es lo que hace  Susanne (Hanna Schygulla), madre que va al encuentro de su hija Lotte (Patrycia Ziolkowska) asesinada por niños kurdos en Estambul, y que termina de realizar lo que hasta ese minuto consideraba un capricho de su hija: ayudar a Ayten y sacarla de prisión.
 La profundidad de los vínculos desarrollada en la búsqueda laberíntica entre padres e hijos, los símbolos religiosos manifestados en el relato y la sutileza con la que se ha trabajado la dirección de arte, sitúan los dramas de este filme como preguntas relevantes, ahistóricas y de interpelación universal. No es casual la importancia narrativa que le da Akin a la fiesta del sacrificio celebrada en Estambul en el desenlace de la película , donde “Dios quiso poner a prueba la fe de Ibrahim, así que le ordenó que sacrificara a su hijo, pero justo cuando estaba a punto de matarlo, su cuchillo fue desafilado. Dios estaba satisfecho, y le envió a Ibrahim un cordero”. Tampoco es gratuito que posteriormente Nejat acuda al encuentro de su padre en el valneareo Filyos (de Filios), que traducido al español significa amor fraterno.
 El cine de Akin es un cine elaborado, uno que tiene todo el pensamiento crítico de la tradición alemana, pero con el agregado de un extraño componente emotivo más propio de los maestros franceses (Truffaut, y aunque no lo sea de sangre, Kieslowski). Quizá la dificultad de establecer concretamente sus raíces sean el secreto de su particular trabajo, y el talento que posee como narrador.



 

22 junio, 2012

El Decálogo, No Mataras (K.Kieslowski, 1989)



NO MATARAS
Krzysztof Kieslowski


Varsovia.- Un taxista está lavando su coche. Jacek, un joven campesino de mirada turbia vaga por la ciudad. Piotr, un estudiante de derecho, se prepara para hacer su último examen. Sus destinos se cruzan cuando Jacek coge un taxi para ir a los suburbios de la ciudad, donde asesina brutalmente al taxista golpeándolo con una piedra. La policía lo detiene y es condenado a muerte a pesar de los esfuerzos de Piotr, que se encarga del caso.


“No Mataras”, perteneciente al decálogo del afamado director polaco Krzysztof Kieslowski, es considerada como una de sus películas más duras, en la cual relata dos crímenes; el de un taxista cometido por el joven Jacek y luego, el del mismo Jacek cometido por el Estado.
 Situada en la Polonia  de los años 80, “No mataras”  hace un buen diagnóstico de la opaca situación en la que se encontraba Varsovia por aquellos años. Para ello, el director recurre a técnicas fotográficas, como los  filtros verdes que usa para contaminar el entorno y así mostrar una visión del mundo todavía más fea de la que acostumbramos a ver -posteriormente en Blanco, Azul y Rojo usará también filtros de dichos colores para representar la bandera francesa; libertad, igualdad y fraternidad-. Es tal la frialdad de su narración que el uso de filtros para colorear la imagen pueden producir cierto malestar a quien pretenda ver una esperanzadora y linda película de tipo comercial.  Todo lo contrario, “No Mataras” se sitúa como una triste realidad en la que se desarrolla la idea del acto gratuito; cometer un crimen contra un hombre desconocido, asesinato que se refleja en una segunda parte a través de la condena a muerte de Jacek por el Estado.
 Es tal su afán por provocar una sensación de malestar que, en 1988, cuando fue proyectada por primera vez en el festival de Cannes (obteniendo el premio del jurado y de la crítica internacional), mucha gente optó por abandonar la sala, a lo que Kieslowski comentó: “Era lo que la gente debía hacer”.
Al parecer, tener un nudo en el estómago es una buena respuesta  para ver el film, donde el director plantea los límites soportables del espectador dejando abierta una pregunta: ¿Qué más puede soportar un ser humano civilizado como Piotr cuando es el Estado el que mata a uno de sus ciudadanos?
 Si bien Kieslowski ya muestra técnicas audiovisuales y narrativas que posteriormente lo situarán cómo uno de los grandes cineastas del siglo XX, en El Decálogo en general, y en No Mataras en particular, se puede observar su intriga y ojo crítico por detectar los problemas latentes que la sociedad inflinge en el ser humano. Desde su Polonia natal, Kieslowski manifiesta el creciente aislamiento humano encarnado en el joven Jacek, muestra la apatía con aquel taxista amargo y sospechoso, y nos enrtega reflexión y vocación por la justicia a través de Piotr, quien preparandose para su examen de derecho, se encarga del caso.
Cristóbal Escobar