THE HUNT
The Hunt, el último trabajo de
Vinterber ha sido descrito por él mismo como “la antítesis de Festen (La Celebración)”, el éxito dogma de fines
de los 90`. Tanto en ella como en The
Hunt la perdida de la inocencia y la pedofilia son temas recurrentes,
aunque los ángulos desde los cuales construye sean radicalmente opuestos. Es
fácil ver esta contracara en lo que resguarda el contenido. Es también posible
verlo en el estilo que proyecta su mirada. Mientras en Festen se rueda con la libertad creativa y experimentación propia
del movimiento Dogma, The Hunt
pareciera resistirse a expresar usos marcados por algún estilo. Así es que para
algunos críticos el último trabajo de Vinterberg sea un drama convaleciente:
con grandes actuaciones – que le mereció el Cannes a Mads Mikkelsen (Lucas)
como mejor actor- pero carente en la mirada que proyecta el lente. Sostener
tibiamente la cámara al hombro parece no haber sido suficiente para explotar la
fatalidad que emerge cuando la comunidad castiga injustamente a un frágil y
genuino individuo como Lucas.
Vinterberg mismo ha mencionado que
ha un cierto punto de su carrera le fue imposible continuar desarrollándose.
Con Festen habría encontrado su
máxima expresión. Años han pasado desde entonces, y muchos tropiezos ha ido
teniendo en el camino – It`s all about
love, una aventura en un apocalíptico Manhattan es índice de ello-.
Tiempo para experimentar nuevo
territorio y madurar sin duda. The Hunt entrega todo ello. Su protagonista
Lucas nos proyecta genuino cariño e inspira en otros esa fragilidad; sus amigos
se preocupan por él y su soledad, cuida de su perro con ternura y es el
preferido de los niños en la guardería. Todo cambia en un momento de celos
cuando una de sus pupilas lo acusa falsamente de haberle mostrado sus
genitales. Ahí es donde Vinterberg, en apariencia más tranquilo, retorna con
violencia. Volvemos a conectar con la profundidad y esa experiencia del mal tan
característica en el cine escandinavo –Breaking
the Waves y Dancer in the Dark de
L. Von Trier son algunos ejemplos- Acá la comunidad se ha volcado en contra de
un hombre decente para tratarlo con indecencia, como un paria. El mundo está
lleno de maldad, dice el padre de la niña (Thomas Bo Larsen) y el amigo que
daña más a Lucas con su acusación, una frase que revela la ceguera del mal y a
la comunidad como su portadora.
The Hunt es una película con la
que se conecta de inmediato, y un relato que da para pensar. Su carga moral nos
recuerda el pensamiento de H. Arendt –el mal como banalidad- y logra
reconstruir la teodicea de Job para
nuestra sociedad –porqué yo que hago el
bien me va mal-. No es casualidad que este drama transcurra en Navidad.
Tampoco es casualidad que The Hunt
sea una película de Vinterberg. Este es, a mi criterio, el film con más fibra y
empatía del año.
FRANCES HA
Frances Ha ha sido descrita por la
dramaturga Annie Baker (New Yorker) como un romance. El platonismo encubierto
entre su protagonista Frances (Greta Gerwing, quien también es co-escritora del
film) y su compañera de piso y mejor amiga Sophie (Mickey Summer) da cuenta de
ello. Algo de romance tiene también la dupla Frances-Benji (Michael Zegen), su siguiente compañero de piso. Las
tensiones, los buenos momentos, la adoración de Benji por Frances, que ambos
continúen solteros para el final de la película. Todo ello da para sospechar
que la historia está encaminada a que dicha unión se concrete. Pero es la
habilidad de Frances para vivir sola, sus logros artísticos y búsqueda
espiritual la que nos da esa suerte de final feliz, no la materialización de los
romances. ¿Sera acaso que Frances es un
romance en si misma?
“Somos la misma persona pero con diferente cabello”, dice nuestra heroína a propósito de Sophie. Y es que con Sophie
nos damos cuenta que Frances puede ser ella misma, ahí emerge toda su
espontaneidad, y retrata en cierto grado también la espontaneidad con la que
hoy los jóvenes nos comunicamos.
Noah Baumbach rescata en Frances Ha
una sensibilidad postmoderna. Nos entrega la frescura de New York en un
lenguaje contemporáneo propio del cine independiente, pero esta vez con un
tributo a toda una tradición estética del cine francés de la nueva ola. Los
jóvenes personajes cargados de vida en Godard, las similitudes con la
protagonista de Le Rayon Vert (Eric Rohmer) y ese solitario verano que finaliza
encontrando a su media naranja, el repentino
viaje de Frances a París. Todas estas referencias en Baumbach son sin duda su propio
romance cinematográfico. Que la película haya sido rodada con cámara digital
–bastante económica por lo demás- y en blanco y negro hace de Frances Ha un
film simultáneamente muy nuevo y muy viejo a la vez.
Esta es una obra llena de magia,
tal como Frances ve el mundo y nos los hace ver.
SPRING BREAKERS
Para el comentario, ver la siguiente entrada.
Spring Breakers: hacia una tipología del artista desde el cine de Harmony Korine
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